El me miró por un segundo temí que no encontrara la respuesta, temí no ser la única que no sabía por dónde seguir. Me aterrorizó que a él no le quedaran razones.
_Por favor..._ susurré.
Me abrazó. Me estrechó contra él y pese a todo me sentí segura. Segura como antes. Como cuando sus brazos eran mi dique, mi salvavidas.
Deshizo el abrazo pero me mantuvo a centímetros de él. No pude pedir más que verme reflejada en sus ojos para siempre. Él habló en un susurro, acercándose a mi oreja.
_Mi razón eres tú.